Nuevo movimiento de resistencia nacional; por Orlando Viera-Blanco .@ovierablanco

Hacer un análisis ponderado, realista y despojado del voluntarismo natural por querer vaticinar una Venezuela  saneada y libre, es comprometedor. No queremos generar falsas expectativas pero tampoco hacer concesiones sobre lo que la historia, el barbarismo y los excesos, procuran cuando una sociedad es llevada al límite de lo intolerable. Por lo pronto no puedo dejar de alertar ciertos elementos que podrían enrarecer el panorama. Uno de ellos -fundamental- es el lance de una unidad insurgente contra el Estado Comunal en ciernes.

Venezuela atraviesa un episodio inédito de su historia republicana. Jamás el país estuvo en peligro de quedar atrapado en un modelo totalitarista y anárquico (lo peor del absolutismo). Después del decreto “guerra a muerte” que lanzó Bolívar en plena campaña admirable contra españoles y canarios, el 15 de junio de 1813, Venezuela no había atravesado una encrucijada republicana tan grave como la que vive hoy. La caída de la primera República condujo a montoneras revolucionarias (azules, amarillas, liberadoras o restauradoras); a la guerra Federal y al caudillismo impenitente. La democracia llegaría 100 años después. Pero nunca, luego de 27 constituciones civilistas, centralistas, gendarmes o federales, Venezuela había estado a tiro de un Estado comunero y anarquista de “perfidias y perversidades impunes” (Simón Bolívar). Nunca… En esta hora menguada de nuestra delicada realidad se impone un esfuerzo superior por la patria. Y el esfuerzo no es otro que la lucha incansable, la persuasión inteligente y la unidad de los buenos ciudadanos. A diferencia de 2014, hoy ese espíritu de nuestros jóvenes, “aquí me quedo, yo no me voy, Venezuela es mía y lo que se va es la opresión”, vino acompañado de madres y venezolanos de cualquier edad, estrato, religión y tendencia. Muy mala noticia para el gobierno porque unió el alma libertaria del pueblo, y hoy para el mundo, los desalmados son ellos [el gobierno].

La constituyente inconstitucionalmente convocada por Maduro, es un disolvente del Estado y sus instituciones. No es sólo la eternización de un modelo arcaico e inorgánico (comunal), sino quedar en manos de la discreción de comités de etiqueta revolucionaria, que sustituirán los poderes legalmente constituidos, por soviets de patrullaje (expropiación) de la propiedad privada, de ideologización forzosa, justicia sumarial, legislación bajo cedros, y en fin, de orgía montonera, semejante al zarpazo autoritario previo a la guerra civil española, a la instalación nazi o a la llegada de la “gesta bolchevique”. Ya no es la cubanización o africanización del país. No es el desmembramiento político y administrativo del Estado, sino la disolución social, ciudadana e incluso, seminal, de nuestro plasma cultural. Contenerlo exige relanzar la unidad política de lucha, pero también-a la sazón de lo que se cocina-un nuevo movimiento de resistencia nacional (MRN), con los factores no sólo partidistas, sino juveniles, intelectuales, académicos, gremiales, profesionales, corporativos, artísticos y vecinales del país. Este MRN no comprende un fin electoralista, sino una firme voluntad de rescate republicana. Por eso todo orden ciudadano; MUD, GANA u otras tendencias disidentes, deben plegarse a este llamado de la historia.

La estrategia decíamos, pasa por la persuasión y el ideal de amnistía.  “A pesar de nuestros justos resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón se digna, aún a abrirles por última vez una vía a la conciliación y a la amistad; todavía se les invita a vivir entre nosotros pacíficamente, sí detestando sus crímenes y convirtiéndose de buena fe, cooperan con nosotros a la destrucción del gobierno intruso de la España y al restablecimiento de la República de Venezuela” (Cita/Decreto a muerte). Mutatis mutandi, en la Venezuela que viene de indoblegable justicia, sancionar a los criminales por delitos de lesa patria y humanidad, es un deber sin el cual no habrá gobernabilidad. Pero sin duda desde ya, la magnanimidad de un liderazgo de cambio racional (menos cupular y arrogante), debe extender el sentido de amnistía y perdón a todos “que convirtiéndose de buena fe, cooperen en la destrucción del gobierno intruso”; de Cuba y otros de cultura pretoriana. Sin duda habrá sus excepciones. Pero con al pueblo hay que pedirle perdón por tanta indiferencia.

El momento es crucial y definitivo. La historia es de los jóvenes valientes. A nada le temen. Pero para que esa noble entrega no sea un salto a la nada y a la perpetuación del mal, y si un salto a la vida y la recuperación del bien, dependemos de una unidad de amplísima base, de la lucha ciudadana sin retorno, y de un espíritu de conciliación y amistad (humildad), con un pueblo que aún no lo ve en cabeza de la disidencia (incluyo la no política). Sumisión y reverencia hacia ellos. Las condiciones libertarias son dolorosas pero perfectas. Llegamos a tope de la miseria y la amenaza totalitaria, caldo de cultivo óptimo para invocar el cambio. Como dijo François-René, vizconde de Chateaubriand “La Justicia es el pan del pueblo, siempre está hambriento de ella”. No queda más. Comamos y bebamos de ella…

@ovierablanco

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